viernes, 6 de octubre de 2017

TU PATRIA

Envolverse en una u otra bandera y dejar el país hecho unos zorros es la especialidad de ciertos políticos irresponsables. Evidentemente, aunque nos sitúan en el esperpento, entendemos que han hecho de ello su oficio en la más absoluta sinvergonzonería. "¡O tempora, o mores!"

Así que hoy estimo oportuno compartir con vosotros, amigos y amigas, este poema:

Tu patria es más que una estampa
de desfiles militares
de galas en las ventanas
de banderas y estandartes.
Tu patria no necesita
palabras grandilocuentes
que al terminar de ser dichas
vuelan y desaparecen.
Es la mano del amigo
que te sujeta y te aúpa
si pierdes el equilibrio
porque hay otros que te empujan.
Tu patria es yema en el árbol
de tu mente y de tu cuerpo
es tu hogar y tu trabajo
tus afanes tus anhelos...
Tu patria es la compañera
con quien compartes la vida
en ella refugio encuentras
consuelo ante las desdichas.
Hijos, la patria es la sangre
que a vuestro cuerpo alimenta.
Ojalá que cuando marche
algo mío quede en ella.
Que mis palabras os dejen
lo que siento y lo que imploro:
compasión por los más débiles
si son del poder despojos.
Y no quiero las fronteras
que nos separan. Sabed,
mi patria es toda la tierra
y en ello pongo mi fe.
Que la tierra está en mi sangre
y en mi sangre está la vuestra
la de mi padre y mi madre
y la humanidad en ella.

Antonio Capilla, poema publicado en EL ÁGUILA DE FUEGO CON LAS ALAS DEL TIEMPO, Huerga y Fierro Editores, Madrid, 2013

lunes, 2 de octubre de 2017

DEDICATORIA

Cuando mi querido país está al borde del precipicio, hago votos 

porque finalmente prevalezca 

la cordura.


DEDICATORIA

Que el mirífico viento del sur, amigos míos,

oriente la mirada hacia dentro de uno mismo;

que agite los océanos de las emociones

e incendie las olas de la sensibilidad;

que borre las frágiles líneas que nos separan

y extienda las alas blancas de la fantasía.


Compañeros, que el muy cálido viento del sur

renueve las aguas muertas de los sentimientos;

derribe los muros de la insolidaridad,

arrase los guetos de la ignorancia culpable,

separe las aguas sombrías que nos aíslan,

conserve el fuego vivo de la ardiente Utopía.


Que el tórrido viento del sur, es mi deseo,

derrita el hielo sórdido de la indiferencia;

expanda dulce fragancia de compasión

y avive el fuego viejo de viejos corazones;

que sople el rescoldo del amor que languidece

e insufle en nuestras almas una esperanza nueva.


Antonio Capilla Loma, EL FUEGO EN LA PALABRA, Editorial Huerga y Fierro, Madrid, 2012